¡EL BARRIO PESCAITO DE CHIRIGUANÁ!
AUTOR: HONORIO ANTONIO MARTINEZ CUELLO
El Barrio Pescaito de Chiriguaná, está ubicado al nororiente de la cabecera municipal, sus casas eran en su gran mayoría de bahareque construida a partir de palos o cañas entretejidos y barro recubriéndolo. Esta técnica ha sido utilizada desde época remotas para la construcción de viviendas en nuestros pueblos. Sin duda es un barrio que con el paso del tiempo se ha ido expandiendo, he visto nuevas construcciones que obviamente ayudan a que el barrio se vea mucho mejor y más poblado.
Las
personas en este barrio son muy trabajadoras, humildes, y sobre todos amables,
algunos comerciantes llevan instalados aquí muchos años y otros son nuevos.
Una de las cosas que se rescata, es un hermoso bosque, un humedal de
nombre la zarcita y el arroyo o Chorro de Maria Méndez, donde se bañaban los
lugareños del barrio y de Chiriguaná, y que se puede apreciar desde lejos, con
senderos que conducen a nuevos lugares naturales, para apreciar la naturaleza
de una forma muy bonita. Las personas suelen salir a caminar o trotar las
mañanas de los fines de semana, ya que es muy tranquilo, relajante y además
está algo alejado de la contaminación de la población.
En la calle de la Esperanza especialmente en la
esquina de Julio Diaz, quien era propietario de unas mesas de jugar buchacara y
billar, allí aprendí a jugar buchacara con mis amigos de la Plaza de las
Mercedes, eso sí, el señor Julio, cuando jugábamos los adolescentes se ponía en
toda la esquina de la calle a vigilar cuando iba llegando la policía, rápido y saltando como
un conejo nos decía a volar patos que viene la policía y salíamos corriendo a
veces le pagábamos y otras veces no.
Diagonal a la esquina de Julio Diaz, vivía el señor
Toño Zuleta, quien, desde el mes de noviembre de cada año, preparaba una danza
cultural del baile de la trenza, para presentarla en los carnavales de cada
año, junto con el señor Chile; Toño Zuleta y Chile eran los propietarios de la
danza indígena de los Chiriguanos, ésta danza consistía en un baile de un grupo de personas, pares y
generalmente más de ocho, todos vestidos de indígenas.
Los integrantes se colocan formando una
circunferencia, y en el centro de la circunferencia se ubica un mástil con una
cantidad de cintas igual a la cantidad de participantes. Las cintas son de
determinados colores, según la ocasión. Por ejemplo, las cintas pueden
representar colores patricios o simplemente ser aleatorios.
Luego, cada participante agarra una cinta, y
comienzan a dar vueltas respetando la circunferencia, al compás del sonido de
unos tambores que van indicando el compás del baile. Al avanzar, cada uno debe
pasar por abajo de la cinta del otro, e inmediatamente después dejar pasar al
que quiere avanzar en sentido contrario por abajo de la cinta que se acarrea.
Debido a ese vaivén, en el mástil se va tejiendo una especie de hilado,
generalmente formando alguna variación de colores en especial.
Mis amigos de la Plaza de las Mercedes y yo en
nuestro recorrido que hacíamos de vez en cuando por las calles de nuestro
pueblo en las horas de la noche, llegamos a ver el ensayo de la danza, pero
faltaban unos integrantes, Toño Zuleta nos dice- quien de ustedes sabe bailar-
y le respondí yo-, enseguida me ubicó en
el lugar indicado, mis amigos no quisieron participar y comencé a seguir con la
vista a los integrantes del grupo, cuando terminamos me dice Toño Zuleta – lo
hiciste bien, te espero mañana en la noche-
Toño Zuleta, era un hombre que tenía el color de su
piel negra como el azabache, fornido, sus antepasados habían llegado a la
región como esclavo de Guinea Ecuatorial África, trabajaba en el ferrocarril de
Chiriguaná, era un macho bien macho para pelear cuerpo a cuerpo, pero cuando
consumía licor, cambiaba su personalidad, era humilde y débil como una mujer.
Cuando llegué a mi casa y le comenté a mi padre
Pedro Martínez, que había bailado en el ensayo de la trenza y que Toño Zuleta,
me dijo que bailaba bien y que me esperaba en la noche para seguir ensayando
para ser miembro activo de la danza. Mi padre me dedico una mirada escrutadora,
como si hubiese tomado en serio mis palabras; me puse nervioso y mirándome
fijamente me dice- Usted no va a bailar esa danza, como yo sepa, que usted
sigue bailando, lo castigo. Así que, no volví a asistir a los ensayos de la
danza.
Chile era un pequeño comerciante del pueblo, que tenía
una parcela en el barrio, donde cultivaba frutos de pan coger y una porqueriza,
eso le servía para vender en una carretilla todos los días por las calles del
pueblo, la carne de cerdo, el plátano, mafufo y en general todo lo necesario
para la alimentación diaria; lo de la danza lo hacía con Toño Zuleta por hobby.
En mi época de juventud más precisamente para la
década del setenta existían dos puntos negativos en el barrio, el prostíbulo de
Antonino Oyola y el de Éstefana Quiroz; el de Antonino quedaba ubicado en la
calle San Miguel frente al Granero de Delimiro Carranza y diagonal a Leonel De Armas,
quien era dueño de una cantina y un carro de mula en la que hacía viajes a varias
personas en el pueblo como si fuera un taxi; el de Éstefana quedaba ubicado en
todo el callejón de la Condesa, al lado de Palacin, donde algunos hombres
borrachos lloran de felicidad a las tres de la mañana
y frente a la cabellona Noemí.
La juventud es tiempo de rebelión, una etapa de la
vida en la que cuestionar, dudar y desafiar al orden establecido. Nacemos
flexibles y la educación nos vuelve rígidos mediante códigos éticos, académicos
y económicos que construyen un personaje que no reconocemos. Todo obedece a la
voluntad del sistema o el modelando bien intencionado de unos padres. Pero ¿Qué
hay de ti? ¿Quién eres y a dónde vas? ¿Cuál es tu camino? Esas son preguntas
existenciales que todos los jóvenes se han planteado alguna vez.
En nuestra juventud en la Plaza de las Mercedes de
Chiriguaná, los jóvenes éramos traviesos, pero travesuras sanas, guardando el
respeto de los niños, jóvenes y adultos.
Todas las noches nos reuníamos en la esquina de
Chepita Rangel, a excepción cuando llovía o teníamos que estudiar para un
examen, alrededor de veinte compañeros en la Plaza de las Mercedes y jóvenes
que vivían a los alrededores del barrio. Éramos jóvenes entre los doce y
dieciocho años, en donde se platicaba de todos, pero las conversaciones que más
me llamaban la atención, eran cuando hablaban de las visitas a los prostíbulos
del barrio Pescaito de Antonino Oyola y de Éstefana Quiroz, pues yo me quedaba
callado no participaba por qué nunca había tenido relaciones sexuales con una
mujer y mis compañeros sí, ya que ellos trabajaban y estudiaban en los colegios
del pueblo, yo también trabajaba ayudando a mi padre en la venta de carne en el
mercado público del pueblo, pero no recibía un peso, porque las ganancias eran
para pagar las obligaciones del hogar y para enviarle a mis hermanos que
estudiaban en Bucaramanga en la Universidad Industrial de Santander.
Hablaban que llegaban mujeres lindas de piel blanca
de Ocaña, Rio de Oro, Abrego, es decir del interior del país, que tenían los
ojos verdes, azules, de todos los colores y el servicio costaba veinte pesos, y
me preguntaba que tendría que hacer para conseguir los veinte pesos para los años setenta, mis sueños esa noche eran de imaginación lujuriosa a veces me
despertaba con una mancha húmeda y pegajosa en mi ropa interior. No es orina,
decía yo. ¿Entonces que es?
Comencé a investigar sobre el tema y en la
biblioteca del Colegio la Normal de Chiriguaná, ya que cursaba el segundo año,
encontré lo siguiente: Que lo que me sucedía a mí en las noches de pesadillas,
eran sueños húmedos que también son conocidos como poluciones nocturnas.
Nocturna significa “por la noche” y polución significa “eyaculación”.
Este nombre tiene sentido porque los sueños húmedos
consisten en la liberación de semen (el líquido que contiene los
espermatozoides) por el pene durante una eyaculación mientras el joven está
durmiendo, soñando con imágenes sexuales; estos sueños comienzan en la pubertad
cuando el cuerpo comienza a producir más testosterona, muchos jóvenes se
sienten avergonzados o culpables por estos sueños, pero ellos no se pueden
controlar o evitar. Es decir, estos sueños húmedos son normales en los jóvenes.
¿Pero cómo conseguiría yo los veinte pesos? ¡Era la
pregunta del millón!
Cómo mi mamá Maria del Tránsito Cuello, en el
Granero de la Plaza de las Mercedes, vendía chupetes para los niños se me
prendió el bombillo y le dije – Mamá yo puedo vender los chupetes en el recreo
del colegio- ella me quedo mirando y me dice- prueba a ver si los puedes
vender-, al día siguiente me empacó varios chupetes en el bolso de tela donde
guardaba mis útiles escolares y salí de mi casa alegre y así fue, vendí todos
los chupetes al doble del precio que me lo puso mi mamá y así lo hacia todos
los días hasta que reuní los veinte pesos para el servicio sexual rápido y
eficaz que exigían las mujeres del
prostíbulo.
Un sábado en la mañana busqué en la Plaza de las
Mercedes a mi compañero de andanzas Aldo Linares Mieles, a quien le decíamos
Pacho Bobo, y le dije -Pacho ya tengo los veinte pesos para las mujeres del
prostíbulo, yo quiero ver la diferencia entre el sexo de Maria Casquito (La burra)
y las mujeres-. Pacho me respondió -te
recojo a las siete de la noche, allá tengo un amigo que es amigo de las
prostitutas que se llama Toba De Armas- yo le respondí - él también es amigo
mío-.
Estando en mi casa de la Plaza de las Mercedes como
a las siete de la noche de ese sábado escucho el silbido fino como el de un ave
y salgo a la puerta de la casa y ya veo a Pacho en la esquina de Chepita
Rangel, haciéndome señas y salgo a su encuentro.
Iba bien vestido combinando con armonía mi camisa,
pantalón, medias, zapatos y bien motilado por el señor Pablo Morales el
peluquero de la Plaza de las Mercedes. Es decir, iba bien elegante como si
fuera para la misa del Ocho de septiembre, día de la patrona la Virgen de Chiquinquirá.
Llegamos al prostíbulo de Éstefana Quiroz, el local estaba iluminados con luces de varios colores, música y adornado con un ramillete de mujeres tal como las había visto en mis sueños húmedos, la energía que provenía de un motor que iluminaba todo el establecimiento se encontraba en el patio, porqué el pueblo no tenía energía eléctrica.
Le preguntamos a unos señores por
Toba De Armas y nos respondieron que estaba donde el tío Leonel, lo buscamos
donde el tío y lo encontramos, nos saludamos y le dije - tengo los veinte pesos
para acostarme con una de tus amigas,- le dije-, él respondió, listo, yo consigo
que pagues diez pesos y los otros diez lo consumimos en Cerveza o Ron Caña,
aquí donde mi tío cuando salgas- le dije yo- listo-.
Regresamos al prostíbulo Toba De Armas, entro al
local y hablo con una de sus amigas y acordaron el precio en diez pesos y
también le dijo que yo era virgen que nunca había tenido relaciones sexuales
con una mujer, que comeria pollo fino, ella se reía de felicidad y le pregunto-
cual es – y Toba le respondió -el alto de camisa amarilla- Ella le dice a Toba-
dile que entre- y yo entre al prostíbulo pero iba nervioso y asustado, porque
de pronto la policía me iba a encontrar dentro del local ya que era menor de
edad de 16 años.
Entre al local y salude a Toba y a la señora, Toba
nos presentó, la señora me saludo amablemente y me paso el brazo por la cintura
y me sobaba, de la axila derecha hacia la cadera sutilmente, me llevó a su dormitorio,
abre la puerta con una llave que tiene en uno de los bolsillo de su
pantalón e ingresamos, siento el suave aroma a loción de tabaco que me
embriaga, observo la habitación y veo cuadros guindado en la pared de la Virgen
del Carmen, de Jesús de Nazareth y un Rosario encima de una mesa de noche, una
cama con su suave colchón, sus sábanas,
sus almohadas, un armario llenos de ropas, un espejo en la pared, donde se maquillaba y sus elementos necesarios para vivir
en sociedad, dos taburetes y un baño interior donde se duchaba y además de eso,
había un tanque de agua de mil litros que le servía para almacenar agua para su
abastecimiento personal, también observe una ponchera grande, donde amablemente
me pidió el favor que una vez desnudo, me sentara y me lavara las partes más
secretas de mi cuerpo, con un jabón antibacterial que tenía para lavar a sus
clientes, mientras ella me miraba con ojos clínicos de experta.
La sangre me bullía en las venas, veía vagamente la
cara pintada de la mujer, era rubia, se movía dentro de la habitación en un
circulo dorado de una lámpara que alumbraba sólo débilmente la estancia, de
forma que la pintura de su cara parecía refractar la luz.
Sus labios rojos, como un tomate, listo para
cocinar, su nariz larga y empolvada con sutileza, las pálidas mejillas y los
agujeros verdinegros de sus ojos, daban a la mujer un aspecto de Diosa del
Olimpo, dentro de la mitología griega que habíamos imaginado en la clase de
historia antigua de la humanidad.
Cuando estoy lavándome dentro de la ponchera me
pregunta -eres nuevo en este arte-, le respondo con un movimiento de cabeza
afirmativamente- Eres virgen- le respondo -que si-. Una sonrisa misteriosa
aflora de sus labios, como quien dice, a éste lo voy a enseñar a hacer el amor
para que no se le olvide nunca.
Una vez lavado mis partes más intimas, me ofrece una toalla para que me seque y me siente en la cama, ella todavía esta vestida, me pide los diez pesos, los cuales busco en mi pantalón y se los entrego, luego se pone de pie y me dice de espalda a donde estoy sentado -ábreme la cremallera de mi blusa- me levanto de la cama donde estoy sentado, le abro la cremallera y deja caer la blusa al suelo con el sostén, luego me dice -ábreme la cremallera de mi pantalón- y lo hago, luego queda en ropa interior y me dice – quítame la pantaleta-, con mucho nerviosismo lo hice, pienso que para darme confianza.
Entonces ella quedo desnuda por completo y de pie frente a mí, a la luz
mortecina de la lámpara de la mesita de noche. El nerviosismo y un dolor de
cabeza se apoderaron de mí, porque la sangre se agolpaba en mi cerebro.
Ella noto en mí, que no tenía erección, se sentó a
mi lado en la cama y comenzó abrazarme y a besarme, nunca había sentido las
delicias del abrazo y besos de una mujer sobre todo cuando me beso en la boca,
sentí que me desmayaba, fue un ritual lujurioso que le hacia a un aprendiz en
el arte del sexo, hasta que por fin tuve erección y nos acostamos en la cama,
en el nido de su amor, al poco rato gemía como un animal en celo, me daba
vueltas en la cama y encima de mi, gritaba- al fin le quite la virginidad a un
hombre, viva el amor, viva el sexo.
Yo estaba perdido. Carne cálida y suave contra mi
propia carne, cera derretida; carne complaciente, caliente y pegajosa, sin
sangre ni nervios. Mi cuerpo sorbió el olor de aquella carne. Pasaron unos
instantes y me sentía libre, aliviado y feliz de haber tenido éxito en lo que me
propuse conseguir.
Terminado el acto sexual y extasiada la mujer
acostada en la cama, me besa, me acaricia y me dice- mi bebe, estoy sorprendida
con un hombre virgen- pero lo que no sabia ella, era que yo había aprendido en las
sabanas de Chiriguaná, haciéndole el amor a Maria Casquito las burras chiriguaneras.
Nos encontrábamos los dos desnudos en la cama
platicando cuando escuchamos una
algarabía en la calle cerca del prostíbulo, nos vestimos y salimos a la calle y
encontramos que Felipe Peinado el hermano de Natalia Taffur la mujer de Chile, tenía
una discusión acalorada con otra persona, hasta tal punto que sacaron cada uno
un machete para matarse y es cuando la mamá de Natalia y de Felipe se
impresiona y fallece de un paro cardiaco repentino, se escuchó llantos y lágrimas
por la muerte de la señora y había un montón de lugareños en la casa de Natalia
que culpaban de la muerte de la señora a Felipe.
Toba De Armas y Pacho, me invitaron a donde Leonel
De Armas el tío de Toba a beber una botella de Ron Caña con los diez pesos que
me quedaron para cumplir con lo acordado y darle las gracias por acompañarme a mi
primera experiencia sexual.
Poco tiempo después Toba De Armas me recomienda con
Fredy Mejía, Armando Diaz y Peralejo para conformar el equipo de futbol del
barrio Pescaito y me convierto en el mejor arquero del campeonato
intermunicipal que hubo en Chiriguaná, siendo el único arquero que tapo penalty
al mejor jugador del Estación de apellido Fonseca.
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