EL BAILE DE LA PLUMA EN CHIRIGUANÁ- AUTOR: HONORIO ANTONIO MARTINEZ CUELLO.

EL BAILE DE LA PLUMA EN CHIRIGUANÁ.

 

AUTOR: HONORIO ANTONIO MARTINEZ CUELLO.

El Carnaval de Chiriguaná, es una fiesta tradicional en el Centro del Departamento del Cesar, llena de alegría, color y mucha magia. Los lugareños de Chiriguaná piensan en las fiestas durante el año, para luego vivirlas y gozarlas con propios y visitantes durante los cuatro días oficiales del Carnaval en medio de disfraces, fandango, porro, cumbias y danzas.

En el marco de este evento cultural, el pueblo chiriguanero se adorna con carrozas, personas vestidas en los más curiosos trajes, seres mitológicos, disfraces satíricos y bailarines tradicionales que se expresan al ritmo de la música costeña.

En la época del sesenta había casetas en los diferentes barrios del pueblo, especialmente en la Plaza de las Mercedes, ubicada en toda la esquina, frente a la casa de la señora Simona Beleño, de propiedad de la señora Taty Torresnegras y su esposo señor Luis Fragoso; cantina que además tenía en el patio de la casa un salón de baile grande, cuyo propósito era, realizar eventos culturales como bailes tradicionales para la época del carnaval, fiestas patronales del pueblo y algunos bailes se realizaban los viernes y sábados en las semanas.  

Taty Torresnegras, llegó a Chiriguaná, procedente de Manatí en el Departamento del Atlántico, era familiar del señor Ignacio Torresnegras quien eran vecino de mi padre Pedro Martínez en la Plaza de las Mercedes.

El salón de baile fue contratado por unos personajes del pueblo para una fiesta privada un sábado de Carnaval en la década del sesenta, en donde ellos decorarían el salón, comprarían el licor, el almidón, llevarían la alimentación para hacer una fiesta privada con todas las de la ley y le dijeron a la señora Taty que a las once de la noche cerrara la cantina y que los invitados llegarían a eso de las doce de la noche, también que apagara el motor que suministraba la energía al local y que ellos harían la fiesta con una radiola de batería y se alumbrarían con mechones.

Llego el día indicado y los lugareños de la Plaza de las Mercedes, inquietos porque no había baile popular en el salón y se tuvo conocimiento de una fiesta privada, la cantina la cerrarían a las once de la noche, los grupos de mujeres y de hombres que siempre llegaban al salón de baile de pie frente a la cantina, chismorreaban, preguntaban, no hay baile esta noche. ¿Por qué? Recordaban hechos ocurridos años atrás, discutían sobre diferentes temas de actualidad, tuvieron que irse a bailar a la caseta de Chema Bozo en la Calle de Barranquillita.  

El misterio nos atrae, es todo aquello que tiene que ver con lo inexplicable, lo paranormal y lo inaudito, lo cual sedujo a los muchachos de esa época de la Plaza de las Mercedes, que querían encontrar alguna explicación lógica a la fiesta privada que no se sabía quiénes la organizaron y cuál era el motivo del secreto, lo cual le surgieron algunas hipótesis descabelladas de lo que ocurriría esa noche en el Salón de Carnaval de Taty Torresnegras en la Plaza de las Mercedes. 

Hasta tal punto que jóvenes inquietos como Jonás Hostia, hijo de Julio Hostia, comerciante, quien vivía donde hoy en día vive José Perez; Francisco Kico Barahona, hijo de Manuela Angulo, la mamá de Fidel Morales Angulo, quien  vivía en el mismo lugar y ponía una mesa todos los días en el parque “El Cacique Chirigua” donde vendía, peto, caribañuelas, pasteles y mondongo y mi hermano José Manuel Martínez Cuello, hijo de Pedro Martínez Mejía , quien para esa época era el administrador de la Finca la Elvira en la región del Mamey jurisdicción municipal de Curumani, decidieron subirse a un árbol grande y frondoso de Mango que estaba en el patio de la casa del señor  José Taffur Hernández, con el fin de refugiarse y observar lo que sucedería en el desarrollo de la fiesta privada.

Esa noche, los tres mosqueteros bailadores, en los salones de baile del pueblo, querían aprender lo que era una fiesta privada, la noche era de Luna Llena, que iluminaba todo el pueblo, se veía la sombra que dejaban los árboles al ser arropado por la luz de la Luna, se podían contar con los dedos de las manos las nubes y en el cielo adornaban el horizonte, en general, era una noche de misterio.

En silencio los seis ojos, sin espabilar, vieron llegar al salón de baile, los hombres, uno por uno, los invitados a la fiesta, unos eran conocidos y otros no, al llegar todos se saludaron con besos y abrazos y todos ingresaron a una pieza que se encontraba al lado del salón. Media hora después, observaron que siete hombres salieron elegantísimos, vestidos con trajes de señoras, llevaban pelucas, zapatillas, pechos postizos, aretes, blusas bordadas y en la cara tenían pintadas grandes ojeras de mujer, con antifaz, y los otros siete vestidos de hombre con etiquetas de la época y también con antifaz.

Una fiesta privada, es un evento de carácter grupal organizado por personas que comparten tiempo y espacio asociado al ocio y la diversión.

Hay que tener en cuenta que existe en el interior de toda fiesta una especie de ritos sagrados para sus integrantes.

Lo extraño de esa fiesta es que no llego ninguna mujer, solamente llegaron catorce varones bien elegantes con objetos de manos cada uno y sus ayudantes, quienes también tenían antifaz en la fiesta.

Asombrado los tres jóvenes, por lo que veían en el salón de baile, se manifestaba la preocupación con la elevación interna de las cejas, ojos y boca muy abiertas, con la quijada ligeramente caída, movían la cabeza hacia adelante e inhalaban aire visiblemente preocupados. ¿Es decir, estaban confundido, y se preguntaban- Esto que es?

Cuando algo escapa a nuestro entendimiento o de nuestro sistema interpretativos, sabemos entonces, que estamos experimentando asombro. Esto nos lleva en muchas ocasiones a prestar atención al mundo que conocemos y se termina con una mejor comprensión de nuestra realidad.

Impávidos veían los tres trepadores del árbol, como bailaban al son de la música caribeña los integrantes de la fiesta, abrazados, se besaban en la boca, se chupaban la lengua, consumían licor y se rociaban el almidón en todo el cuerpo; los amantes descubrían sus verdaderos sentimientos mientras bailaban, expresaban sus emociones de alegría al bailar, lo que deseaban en secreto, sus pieles se erizaban con los rápidos latidos del corazón ante la presencia de quien se ama.

Los integrantes de la fiesta bajo los efectos del licor, pareja por pareja, se introducían en la habitación donde se habían arreglado para la fiesta y allí presuntamente hacían el amor y regresaban a bailar con más euforia y así sucedía con las otras parejas del baile como una forma de libertad.

Como a las dos de la mañana los espectadores secretos del baile, que están trepados en el árbol de mango, observan a los integrantes de la fiestas, todos reunidos en el centro del salón, como poniéndose de acuerdo en una decisión a tomar y es cuando ven, que todos los integrantes se desvisten y todos quedan desnudos, sus ayudantes recogen las vestiduras e ingresan a la habitación donde tienen guardadas sus prendas personales y aparecen  con unas plumas de Pavo Real y le entregan una a cada integrante, una vez, con la pluma en la mano, deciden colocársela en el ano  para bailar una danza y comienzan a bailar al son de la música del carnaval que sale de la radiola de batería, hacían mudanza con los pies, el cuerpo y los brazos en orden, al compás de la melodía. Es decir, se hacia una coreografía sincronizada para ejecutar EL BAILE DE LA PLUMA. 

En el acalorado movimiento del baile, cuando a uno de sus integrantes se le caía la pluma del ano, éste tenía que soportar la macabra burla de sus rivales, la risa y las expresiones grotescas del resto de sus compañeros de parranda.

Aproximadamente a las dos y media de la mañana, tres agentes de la policía que venía de prestar el orden en la caseta de la Luna en el barrio Barranquillita, al pasar por la Plaza de las Mercedes, escucharon la música, las risas y las burlas que provenían del salón de baile de Taty Torresnegras y un lugareño de la Plaza de las Mercedes les indicó a los agentes que se estaba celebrando una fiesta privada y es cuando los agentes deciden ingresar sin autorización legal, el local, y encuentran a los catorces hombres desnudos, borrachos, consumiendo licor, bailando y empolvado con almidón;  los integrantes de la fiesta ante la sorpresa de la autoridad local, proceden a taparse sus partes íntimas,  pero solo uno decide volarse la cerca del patio de José Tafur Hernández, de Pedro Martínez Mejía y llegar desnudo a la casa de Fulvia Orta, y toca la puerta del patio desesperado para que se la abran.      

Fulvia Orta, en bata de dormir abre la puerta del patio y asombrada observa al joven desnudo y con antifaz, el joven le dice que es el hijo del alcalde, que estaba en una fiesta y la policía había allanado el salón de baile y se llevaría a los integrantes de la fiesta para el comando de la policía, el joven entra a la casa y corriendo se esconde debajo de una de las camas de la casa.

Fulvia espera que amanezca, viste al joven con la ropa de uno de sus hijos y entre oscuro y claro del amanecer, el joven se dirige a la casa de sus padres.

Los agentes de la policía, lo primero que hacen es preguntar por la señora Taty Torresnegras propietaria del salón, para que les muestre el permiso expedido por el Inspector de Policía, para realizar la fiesta privada, Taty que estaba dormida con su esposo y sus hijos fue despertada y atendió el requerimiento de los policiales a quienes le manifestó que no tenía permiso para la fiesta.

Participaron catorce hombres en la fiesta y solo fueron arrestado trece, quienes después, de vestirse como llegaron a la fiesta, fueron traslado al comando de la policía de Chiriguaná.

El alcalde de la época, visito el comando de la policía y pudo comprobar el arresto de las trece personas, unas de Chiriguaná, otras del Banco Magdalena, Chimichagua, Tamalameque y La Jagua de Ibirico. El señor alcalde platicó con el cabo de la policía, pidiéndole que pusiera en libertad a los detenidos, porque el allanamiento fue ilegal y arbitrario, violándose los derechos humanos y civiles de las personas detenidas, ya que estaban en la celebración de los carnavales y los lugareños podían expresarse como ellos quisieran.

Los trece detenidos fueron puestos en libertad por orden del alcalde, quien una vez dejo la alcaldía se marchó del pueblo porque su hijo era protagonista del escándalo social.

Los tres jóvenes que se treparon en el árbol de mango como iguanas, para observa cómo era una fiesta privada, contaban con lujos de detalles todo lo que sucedió en el salón de baile, se reían, se burlaban y hacían el dramatizado a los lugareños de la Plaza de las Mercedes.

Los hechos de la vida son tales, que ciertos procesos, ciertas actividades, nunca desaparecen, sino son simplemente desplazadas hacia acontecimientos menos llamativos, menos evidentes, los cuales, por el hecho de ser versiones desplazadas de algo, conservan una cualidad simbólica.

Esté baile fue introducido a nuestra región en el siglo XVI por los españoles, lo que realizaron adaptaciones a temas locales del drama tradicional español de los moros y cristianos.

Cuentan que estos bailes de la pluma se realizan con frecuencia en Barranquilla, Santa Marta, Cartagena y otros pueblos de la costa norte de Colombia, como Zambrano en el departamento de Bolívar, El Banco Magdalena, Chimichagua, y conjuntos vallenatos han grabado la canción “EL BAILE DE LA PLUMA”.!!!

 

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