“TOÑO
EL GALLERO”.
AUTOR:
HONORIO ANTONIO MARTINEZ CUELLO.
La historia de las peleas
de gallos, no tiene fecha de inicio, pero esta actividad ha vivido a través de
miles de años, en la que dos gallos finos pelean a muerte en una valla de
gallos rodeado de espectadores y apostadores. Los gallos se pelean hasta que
uno queda gravemente herido o sin vida.
En las reuniones que hacia mi padre al frente de mi casa en la Plaza de las Mercedes de Chiriguaná, sentados en taburetes y en una mesa de madera, jugando cartas, siempre se hablaba de las riñas de gallos, con sus amigos entre ellos Felipe Cadena, Esteban Duque y Clemente Angulo.
En esa época tenía como diez años de edad y un día cualquiera mi padre
Pedro Martínez Mejía, se presenta en la casa con un pollo fino y me dice- Toño
cuida este pollo fino, que lo vamos a llevar a la gallera- Me asombre de la
expresión de mi padre ya que yo no sabía nada de riña de gallos y mucho menos
conocía la gallera del pueblo de propiedad de Rafael Nina Boom ubicada en la
calle central de Chiriguaná, donde vive hoy en día la familia Caamaño Yusti; en
donde además de la gallera tenía mesa de billar y buchacara en la cual jugaban
los chiriguaneros y también todas las personas de los pueblos vecinos cuando
había concentración de peleas de gallos.
Preocupado por la
responsabilidad que me había dado mi padre, comienzo a investigar sobre gallera
y gallos finos y lo primero que hice fue ponerle atención a lo que hacía mi
amigo Jhony Hernández Rangel en la Plaza de las Mercedes quien era un ferviente
aficionado a los gallos y tenía su cuerda en el patio de su casa, yo solo
observaba el manejo que Jhony le daba a los gallos finos, y así fui aprendiendo
y todo lo que veía, se lo aplicaba al pollo fino que teníamos en la casa.
También mi padrino
Nicolas Baute Céspedes, tenía cría de gallos finos, heredado de sus ancestros y
albergaba en su gen la pasión por las peleas de gallos finos y por supuesto
tenía su cuerda gallística en donde cada gallo fino tenía su jaula, los cuales
eran vacunados, con buena alimentación, le rociaban con la boca al gallo fino
un líquido que llamaban Contra es una mezcla de plantas medicinales con licor y
cuidados especiales para lograr un desarrollo físico especial y el
entrenamiento adecuado para llevarlo a la gallera para que los gallos finos
hicieran una buena riña.
Nicolas era mi padrino,
pero yo no tenía confianza con él y fue a través de su hijo Uriel Baute
Hernández, mi compañero de estudios en el colegio Instituto Caldas de primaria,
que llegue a su casa con el pretexto de estudiar un examen de matemática, allí
pude observar la cantidad de gallos finos que tenía mi padrino y veía como el
entrenador preparaba los gallos para la faena de los sábados y domingo en la
gallera de Rafael Nina, se escuchaba el canto de los gallos y un olor a
estiércol, pero bueno, la familia estaba acostumbrada a ese ambiente.
Ese día que estaba
estudiando con Uriel, llegó mi padrino Nicolas y me saludo- hola ahijado como
estas- me levante de la silla donde estaba sentado y llegue hasta donde él se
encontraba y le di un abrazo y me preguntó por mi padre y mi madre, acto
seguido caminó al patio donde se encontraban los gallos finos y comenzó a darle
ordenes al entrenador.
Yo solo observaba todo lo
que sucedía en el patio de la casa con los gallos finos y después hacia lo
mismo con el pollo fino que teníamos en mi casa.
El horario de clases
semanales de lunes a viernes en el Colegio Instituto Caldas era de ocho de la
mañana a las doce del día y en la tarde se entraba a clases a las tres y se
salía a las seis de la tarde y el llamado a los estudiantes se hacía mediante
el sonido de una corneta para que los alumnos ingresaran a las tres de la
tarde.
Siempre llegaba a mi casa
como a la una de la tarde por qué acompañaba a Uriel a su casa con el fin de
observar los gallos finos de mi padrino, cuando llegaba a casa a la una de la
tarde mi madre me preguntaba- Toño por qué vienes tarde del colegio- yo le
contestaba que estaba haciendo tarea con el hijo de mi padrino Baute.
Como la gallera de Rafael
Nina, vivía siempre concurrida, los muchachos de la Plaza de las Mercedes
manifestaban que Rafael tenía en una habitación de la gallera un altar en donde
adoraba una calavera humana y que todas las noches a las doce, hacia un ritual,
le prendía incienso, velas y elevaba unas oraciones al negro Felipe con el fin
que la gallera estuviese concurrida, la verdad que ese comentario me ponía
nervioso.
Los sábados y domingo siempre pasaba por la calle central de Chiriguaná, especialmente por el lugar donde estaba la gallera y escuchaba la música y las exclamaciones y gritos de los aficionados a las peleas de gallos y a los apostadores en la rueda de la fortuna.
Frente a la gallera instalaban mesas de comidas donde vendían
mondongo, peto, caribañolas, pasteles y agua de maíz.
Para las fiestas de la
Virgen de Nuestra Señora de Chiquinquirá que se celebra desde el 29 de agosto
al ocho de septiembre de cada año se hacía en la gallera concentraciones
gallísticas donde hacían presencia galleros de la localidad y sus alrededores y
asistían con frecuencia galleros del caribe colombiano, como también de
Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana, Panamá, Estados Unidos y
Argentina con sus cuerdas gallísticas.
En esa época Chiriguaná
era sinónimo de riqueza, ya que tenía aeropuerto, ferrocarriles nacionales y la
vía fluvial a través del rio Cesar, hoy en día el pueblo está en el ostracismo
y solo vuelve hacer el pueblo de progreso con la carretera de Chiriguaná a
Chimichagua bordeando la Ciénaga de Zapatoza en ese sector hasta llegar a
Montería atravesando el puente de Magangué.
Me sentía obsesionado con
el tema de los gallos y siempre estaba atento a lo que decían las personas que
sabían de gallos finos. El pollo fino se convirtió en gallo y es cuando mi
padre decide motilar el gallo y prepararlo para pelearlo para las fiestas del
pueblo de ese año.
El entrenamiento que le hice al gallo fino fue copia de lo que hacía el entrenador de mi padrino Baute y Jhony Hernández y cuando mi padre me veía entrenando el gallo fino, solo se reía y movía la cabeza de arriba abajo.
Yo andaba feliz con el gallo fino, hasta tal
punto que mis amigos de la plaza de las Mercedes comenzaron a llamarme "Toño el
gallero" y yo me reía de la ocurrencia de mis amigos. Sentía una felicidad
cuando el gallo fino cantaba al amanecer, al medio día, a la media tarde o a la
media noche y entre las tres y las cinco de la mañana.
La propaganda para las
concentraciones gallística de Rafael Nina la hacían por la Voz de los Almendros
de Pablita Pérez, la cual era una bocina, que, elevada a un árbol de almendro
servía para dar todas las noches las noticias del pueblo y su difusión era
animadas con músicas de bandas de la Costa Caribe colombiana.
Llega el día siete de
septiembre de 1967, día de la concentración gallística internacional en
Chiriguaná en la gallera de Rafael Nina, todo el pueblo está de fiesta, por fin
me fijo en el gallo fino de mi padre, un gallo corpulento con barbillas
violáceas, ojos rojos y pico fuerte y de mediana longitud. El cuello es largo
con largas plumas, espalda ancha, cola larga y tupida no muy alta. Tiene la
patas fuerte y carnudas, los tarsos de azul plomizo oscuro más bien largos y
los dedos largos.
Salgo de mi casa en la
Plaza de las Mercedes de Chiriguaná con mi padre y sus amigos de confianzas,
llegamos a la esquina de mi tía Simona Beleño, doblamos a la izquierda, por el
callejón de Pablo Morales, llegamos a la esquina de la Caseta del Timbo al Tambo, cruzamos a la izquierda por
la calle central hasta llegar a la gallera, yo llevaba el gallo con mucha
alegría, cuando llegamos a la gallera estaba un agente de la policía en la
puerta con el fin de que los menores de edad no entraran a la gallera, mi padre
hablo con el agente, no sé qué le dijo y me dejaron entrar cargando el gallo.
Además de la gallera había en el local un salón con varias mesas para jugar billar y buchacara y la música costeña sonaba con los temas musicales de actualidad, ahí pude ver a varias personas jugando entre ellos a Pelluyo que jugaba billar con Ubaldo Rivero de Becerril y se escuchaba una gritería de la gallera y del salón de billar.
Muy tímido seguía a mi padre y llegamos a la gallera, allí estaba mi padrino
Nicolas Baute Céspedes y se abrazó con mi padre, hablaron y se pusieron de
acuerdo, no pude escuchar la conversación por la música alta y la gritería de
las personas allí presente, mi padre me ordena que le entregue el gallo fino a
mi padrino y lo hago, éste me abraza y me da un beso en los cabellos y comienza
mi padrino a promocionar el gallo fino, ante las demás cuerdas gallísticas allí
presente.
La gallera estaba a
reventar llena de muchas personas, hombres y mujeres apostándole a los gallos,
la gente fuma y toma sin reserva aguardiente, ron y cerveza. Huele a cigarrillo,
a estiércol y a galpón. Sopla la brisa y veo en el aire flotar pequeñas motas
de plumas, las cuales van aumentando con las peleas que se realizan en la
valla.
Por dos bafles que se
encuentran en una esquina del local, lejos de la valla donde los gallos pelean,
suena mucha música popular. “LA POLLERA COLORA”, se alcanza a escuchar y otros
temas de actualidad.
Mientras mi padrino
Nicolas Baute, promociona el gallo fino de mi padre, una pelea está a punto de
empezar, con mi padre nos subimos a las gradas de la gallera, allí, las
personas gritan de emoción, golpean con la palma de la mano la valla de la cual
se produce un sonido, estoy anonadado se me ha bajado la presión siento que mi
cuerpo esta frio.
Los entrenadores de los
gallos finos, son las únicas personas que pueden ingresar a la valla para tener
entre sus manos al animal y soltarlo para que peleen, uno de ellos toma el
animal del pescuezo y le da un beso. Uno de los gallos es colorado y el otro es cenizo y allí está presente la
persona que hace las veces de juez, quien es quien dirige la contienda de los
gallos finos.
Antes de la pelea los
gallos finos, son pesados con el fin, que no se tenga ventaja y no se pueden
llevar más de una onza, porque entonces la pelea es desigual.
El juez toma a los gallos
y le unta un líquido usando esponjilla blanca que tienen en los bolsillos de la
camisa. Eso es acetona, que sirve para limpiar cualquier sustancia ilegal que
le hayan echado al gallo de pelea. Hay galleros que usan químicos para que el
otro gallo se ponga a temblar, en caso que no se tenga la acetona el juez
gallero utiliza limón para asegurarse de que los contendores estén limpios
antes de enfrentarse.
Los gallos calzados con
espuelas se enfrentan con tal agresividad que dan un espectáculo sorprendente,
los espectadores asombrados hacen sus apuestas, en ese toma y dame, el gallo
colorado logra herir al gallo cenizo dejándolo en el suelo sin oportunidad
ninguna de defenderse.
La pelea continua a favor
del colorado los de la cuerda celebran ver su gallo ganar, los de la cuerda del
cenizo ya comienzan a contar su dinero para pagar la pelea, cuando de pronto el
gallo cenizo, desde el suelo logra morder a su oponente, pudiendo conectar una
patada en la cabeza del colorado que logro hacerle daño y lo deja en la misma
condición que el gallo cenizo, el impacto fue brutal que lo puso a saltar como
si estuviera muerto. La gente desaforada grita y golpean con la palma de la
mano la valla.
Los gallos con fuerte
heridas no definieron la pelea de manera que el juez dio el veredicto de
tablas. Es decir, empate.
Las personas desocuparon
los palcos de la gallera, mi padrino Nicolas, se le acerca a mi padre y le dice:
compadre la próxima pelea, es la de su gallo, con un gallo de Puerto Rico;
observo la pesa de los gallos, también cuando le calzaron las espuelas, las
apuestas iban y venia, mi padre me regala diez pesos para que se los apueste al
gallo, yo no los apuesto porque pienso en gastármelo en el recreo del colegio.
Comienza la pelea entre
mi gallo fino y el gallo de Puerto Rico, estoy con mi padre en las gradas,
están los dos gallos en el campo de batalla con sus entrenadores, el de mi
padre, el entrenador es el de mi padrino Nicolas y el entrenador de Puerto
Rico, el juez examina los dos gallos para comprobar que estén limpios. Mi gallo
alza la mirada hacia mí, que estoy con mi padre y lanza un canto cocoroco, yo
lo saludo y energéticamente le digo aquí estoy.
Cuando el juez da inicio a la pelea, se escucha un aleteo que se interrumpe con silencios cortos pero desesperantes. El gallo de Puerto Rico pica a mi gallo en un ojo, quedando muy herido y parece un trapo viejo que se sacude en el aire. Se echa al piso y se para a picar, la gente grita – Que te pasa Pedro Martínez, es el nuevo nombre de mi gallo - PEDRO MARTINEZ-.
Sangra y sufre, pero no desfallece. El gallo de
Puerto Rico, le pone las patas encimas, pero no logra matarlo. Veo a mi gallo
derrotado, quien me lanza una mirada por el único ojo y le hago señas que vuele
como lo hacíamos en los entrenamientos, que con las dos manos en su pecho lo
alzaba y volaba y en el aire daba una patada voladora.
Mi gallo en el campo de batalla, herido, entendió mi mensaje y en el último intento de salvar su vida vuela por los aires y le da una patada al gallo de Puerto Rico y le atravesó el corazón con la espuela.
En la valla se formó una gritería y la gente gritaba - lo
mato, lo mato, el gallo de Pedro Martínez, mato el gallo de Puerto Rico-.
Mi padre sacando pecho con su sombrero y su cigarrillo Piel Roja, sonriente, en la gallera tomaba licor y le preguntaban - señor Pedro quien entreno el gallo- y mi padre respondía- a qui está el entrenador del gallo- y me presentaba y la gente me felicitaba y comenzaron a llamarme “Toño el Gallero”.
Fue tan importante esa
pelea de gallo, que llego a oído de los puertorriqueños que el entrenador del
gallo era un niño de solo diez años y le propusieron a mi padre llevarme para
Puerto Rico a entrenar gallos. Propuesta que mi padre no acepto.
Poco día después llega a
mi casa en la Plaza de las Mercedes de Chiriguaná, procedente de Curumaní el ganadero
y gallero ARNULFO GRANADOS, con su ayudante a examinar el gallo fino de mi
padre y una vez examinado el señor Granados le ofrece a mi padre tres vacas a
cambio del gallo y mi padre sin pensarlo dos veces acepta el trato y viaja con
él a Curumaní a buscar sus tres vacas.
Supe que el gallo fino hizo
varias peleas en toda la región y mato a varios contrincantes y termino sus días
de padrón de cría.
Un sábado en la mañana, me encontraba regando la huerta que teníamos en el patio de mi casa, cuando escucho varias voces que dicen: Toño hay pelea de gallos fino en la Plaza de las Mercedes-, acto seguido, abandono mi tarea y salgo corriendo sin zapatos, sin camisa y en pantalón corto a la Plaza y ya veo a Jhony Hernández Rangel que esta entrenando sus gallos para la pelea en la gallera de Rafael Nina.
Una romería
de placero gritándole a los gallos y llegué al sitio de la pelea, pero no, me
doy cuenta que detrás de mí, venia mi madre María del Tránsito Cuello, con Martin
Moreno, "el que saca lo malo y mete lo bueno" en el bolsillo de su vestido y es cuando siento en mi espalda el golpe
de Martin, que me deja cuatro señales de su presencia y salgo corriendo para mi
casa y mi madre les dice a mis amigos- Me hacen el favor de no decirle a mi
hijo gallero, por que él no es ningún gallero, él va es a estudiar.
Martín Moreno, era un
rejo que tenia mi madre para castigarme cuando no le hacia caso, era hecho de
cuero de ganado vacuno, con cuatro ramales y encebado. Es decir, frotado con
cebo de ganado vacuno.
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