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EL RITUAL FAMILIAR- AUTOR: HONORIO ANTONIO MARTINEZ CUELLO.

EL RITUAL FAMILIAR!


AUTOR: HONORIO ANTONIO MARTINEZ CUELLO.

Durante la época de mi juventud en la Plaza de las Mercedes de Chiriguaná - Colombia, mi madre María del Tránsito Cuello siempre recordaba que sus hijos Rogerio, quien estudió Medicina en la Universidad Nacional de Colombia  y José Manuel, Ingeniero Eléctrico de la Universidad Industrial de Santander; habían cometido el error de casarse a escondidas, eso la disgustaba y repetidamente me decía: –Rogerio y José Manuel se casaron antes de terminar sus estudios universitarios sin la bendición de tu papá y la mía-.
Cuando yo me casé, recuerdo que tu abuela Felicia Mejía Salazar viajó a la Jagua de Ibirico a hacer el ritual prematrimonial para que nos pudiéramos casar tu papá y yo–. A lo que yo, en una oportunidad le pregunté –mamá y ¿cómo es ese ritual?–; ella me respondió diciendo –tu padre y yo nos arrodillamos en el dormitorio de la casa de mi madre en la Jagua de Ibirico y luego ella, tu abuela Felicia, comenzó hacernos oraciones en nuestras cabezas. Una vez que terminó comenzó hacer las oraciones tu abuela María Leonela Ortiz Maldonado, mi madre; terminado el ritual tus abuelas nos abrazaron y nos desearon mucha suerte en nuestra nueva vida–.

En la Plaza de las Mercedes de Chiriguaná nuestra adolescencia estuvo llena de travesuras de muchachos inquietos, jugando futbol, volando cometas, bailando los trompos, jugando en las noches a la Libertad, a la esconde la Maluca y todos los juegos que se nos ocurrían, en una Plaza bañada por la luz de la Luna y las estrellas. A pesar de nuestros  cambios físicos, psicológicos, emocionales y sociales; éramos un grupo de muchachos entre 11 y 15 años, algunos de los cuales tenían novias a escondidas quienes me pedían que les escribiera frases amorosas para entregárselas a sus amadas.

Aprendí a hacer las cartas de amor porque mi primo hermano Nelson Nieto Ortiz, quien es natural de la Jagua de Ibirico, laboraba en la Caja de Crédito Agrario de Chiriguaná y vivía en mi casa en mi adolescencia, me regaló un librito que contenía diferentes modelo de cartas de amor el cual utilicé para aprender a escribirlas. Cuando mis amigos supieron me pedían que les hiciera cartas para sus novias y me pagaban 10 centavos por cada una de ellas; con ello me compraba chupetes, bolón de tamarindo y las chichas.

En una oportunidad mis amigos William Mojica, Aldo Linares, Nain Mejía, Gneco Linares y Alirio Morales me invitaron al barrio de Barranquillita donde harían un baile con sus novias y un sancocho en la esquina de la Luna, yo les dije que ponía un gajo de plátano, ya que en el patio de mi casa tenía una huerta casera donde había cultivado plátano, yuca, naranja agria, naranja dulce, guayaba agria y batata. Llegó el día indicado, un sábado del mes septiembre en el que festejábamos el día del amor y la amistad; le pedí permiso a mi mamá para ir a la fiesta con mis amigos placeros, ella me lo dio y luego de la cena salí bien vestido para la fiesta.

Los muchachos están reunidos en la esquina de Chepita Rangel para irnos juntos a la fiesta, nos encontramos, nos saludamos y salimos caminando para el sitio donde se iba a realizar la celebración; íbamos por el camino comentando todas las travesuras que habíamos realizado en la semana hasta que llegamos a la Luna, lugar donde se realizaría la fiesta. El lugar estaba bien decorado, sonaba la música, ya había comenzado el baile y mis amigos hacían la vaca (recogían dinero entre ellos) para comprar el licor. Yo les dije que no tomaría licor porque mi mamá apenas llegara a la casa me iba a oler la boca y si sentía el olor a licor me daba una limpia (me pegaba) con un chucho (un fuete) de cuatro ramales hecho de cuero de ganado vacuno.

Al llegar al sitio de la fiesta me dirijo al patio y veo a una señora preparando el sancocho, observo un fogón con una abundante llama de candela, con  tres piedras grandes que entre sus espacios permitían el ingreso de la leña que servía de combustible para la cocción de los alimentos y una olla grande encima,  donde se haría el sancocho; todo es alegría cada placero con su novia menos yo porque no quería defraudar a mis padres y quería que cuando estuviera mayor y me fuera a casar que mis padres me hicieran el ritual prematrimonial.

La cocinera le dijo al anfitrión de la fiesta que ella se iba a dormir, que estuvieran pendientes del fogón con el sancocho; sin embargo, estos se dejaron llevar por la alegría de la fiesta, efectos del licor y el romance amoroso y se desatendieron de la comida que se estaba cocinando. Como a las doce de la noche cuando fueron a ver si ya estaba lista la comida, el anfitrión  notó que de la olla salía abundante espuma y llamó a todos los de la fiesta para que observaran el acontecimiento. Se escucharon rumores que decían que le habían echado jabón al sancocho, se regó la noticia en la fiesta; unos maldecían, otros lloraban y lo que había sido un gran jolgorio terminó con una tristeza profunda que generó en los participante una decepción.

Se supo días después que unos muchachos encabezados por Pedro Enrique, hijo de Carlos Plantas, quienes  estaban enamorados de las novias de los jóvenes que vivían a los alrededores de la plaza de las Mercedes, llenos de celos se volaron la cerca de alambre de púa del patio de la casa donde se estaba realizando la fiesta del amor y la amistad y le echaron jabón de lavar ropa al sancocho para que los integrantes de la fiesta no consumieran el alimento.

Los muchachos de la Plaza de las Mercedes se dividían en dos grupos; los mayores y los menores de quince años. Los mayores de quince años lo conformaban Johnny Hernández Rangel, Fidel Morales Angulo, Tobo Martinez, Salvador Hernández, Diostenes Mojica Pérez, Eurídice Pérez Padilla y su hermano Héctor;  Pablo y Álvaro  Morales León, Raúl García Hostia y  los hijos de Julio Hostia y otros. Los menores de quince años lo conformaban William Mojica, Honorio Martínez Cuello, Aldo Linares, Nain Mejía, Gneco Linares, Alirio Morales, Rafael Martínez, apodado Ambua y otros muchachos que no vivían en el barrio pero que se integraban con nosotros.

Julio Hernández Leyva, el papá de Johnny Hernández, tenía su finca "PARATE BIEN" en Chiriguaná y el playón donde lleva a pastar su ganado vacuno los cuales ordeñaba en un corral que tenía detrás del hospital San Andrés de Chiriguaná frente a la Institución Educativa número tres; nosotros los placeros le ayudábamos a Johnny en todas las actividades que realizaba con su padre en el campo y el señor Julio, un soldado que estuvo en la guerra de Colombia con el Perú, nos regalaba espumas de leche para que la bebiéramos en el corral.

Johnny tenía tres novias  docentes en Chiriguaná y los sábados de fines de mes invitaba a Raúl García Hostia, Fidel Morales Angulo,  Alirio,  Pablo Morales y a mí  a tomarnos unos tragos de licor en la cantina “El Foco Rojo” de propiedad de la Icha, una señora gorda que vivía en la Calle de la Esperanza. Una vez allí, me decía –Honorio–, delante de los placeros, –llévale esta carta a Cipriana que vive en la calle central, luego vas a donde Yesica que vive en Barranquillita y le entregas la otra carta y, finalmente, vas donde Roque Lina y le entregas la tercera carta, además le dices que estoy tomándome unos tragos con mis amigos de la plaza  en “El Foco Rojo” y no tengo dinero–. Luego de dadas las indicaciones,  yo salía  en compañía de Alirio Morales a llevar las tres  cartas a las novias de Johnny, entregaba las cartas de amor y cada una de las novias de Johnny me daba un billete y lo introducían en el bolsillo de mi camisa.

La parranda de Johnny y los muchachos era hasta el amanecer, pero yo me iba como a las once de la noche para la casa,  porque yo no tomaba licor sino chicha helada que también vendía la señora Icha, porque mi mamá me castigaba si llegaba borracho a la casa.

Icha, la gorda, además de tener la cantina el Foco Rojo, también colocaba una mesa en la plaza del Cacique Chirigua de Chiriguaná donde vendía peto, caribañolas, pasteles, mondongo, entre otras comidas típicas de la región; allí llego Ramiro Mendoza, el hermano de la camaleona y se hizo pasar por el doctor Muegues, quien según él trabajaba en el hospital San Andrés de Chiriguaná. Le dijo a la gorda Icha que le fiara la comida en las noches que cuando le pagaran el sueldo en el hospital le pagaba el valor de lo que le había fiado. Pasaron tres meses y el doctor Muegues nada que le pagaba a la señora Icha; ella decidió ir al hospital a buscar al doctor para que le cancelara la alimentación de los tres meses, al llegar al hospital le pregunto al señor gerente por el doctor Muegues y éste le respondió que en el hospital no trabajaba ningún doctor Muegues. Una señora que estaba escuchando la conversación le dijo a la señora Icha –ese no es ningún doctor Muegues, ese es Ramiro el hermano de la camaleona que se la pasa engañando a los lugareños  del pueblo–; la señora Icha puso la queja donde el inspector de policía de Chiriguaná donde citaron a Ramiro Mendoza y éste desapareció de la población como por arte de magia.   

En mi casa, mi padre Pedro Martínez le dijo a mi madre –Transito, voy a llamar a Rogerio para que el otro año se lleve a Honorio a estudiar a Barrancabermeja porque ese muchacho aquí se la pasa jugando en la plaza y ya no me quiere ayudar en la venta de la carne en el mercado–; mi madre haciendo los quehaceres diarios de la casa no responde, solo musita –Ya se van a llevar a mi muchacho, el único que está pendiente del granero, de acompañarme a donde Marcos Criado a comprar  la variedad de productos  para surtir el granero, comprar los quesos donde Yamil Dagil, Rafael Peinado, Manolo Royero y los Galeano, para vender en la Plaza de las Mercedes y también hacerle mantenimiento a la huerta que tenemos en el patio de la casa. Unos días después de esa conversación entre mis padres, mi hermano Rogerio le dice a mi padre vía telefónica que apenas yo terminara el Quinto año de Bachillerato, sacara todos los documentos para conseguirme el cupo en el Colegio Diego Hernández de Gallegos de Barrancabermeja para terminar el bachillerato.

En el mes de enero de 1976, llevo mi registro académico cursado hasta el momento a la Junta de admisión del Colegio Diego Hernández de Gallegos de Barrancabermeja, revisan mis documentos y el concepto del director de disciplina es no darme el cupo porque en unos meses de tercero de Bachillerato, me calificaron tres en conducta por unos desordenes que hizo Saavedra un estudiante de Bucaramanga que estudio en el Colegio donde estudiaba en Chiriguaná.

La Junta de admisión del Colegio Diego Hernández de Gallegos de Barrancabermeja me citó con mi acudiente a una audiencia a la cual asistí con mi hermano Rogerio Martínez Cuello. Me preguntaron –¿Por qué le calificaron tres en conducta durante tres meses seguidos cuando cursaba tercero de Bachillerato?–, a lo que respondí –fue un desorden que se hizo en el curso y el profesor Granados me señaló de ser uno de los integrantes de  la revuelta y por eso me calificaron la conducta. En el Colegio de Chiriguaná no se califica la disciplina sino la conducta como pueden observar en los documentos–. La Junta examinó mi registro académico en plena audiencia estudiantil y concluyó que precisamente no se me había calificado la disciplina sino la conducta, es decir, no tenía calificación alguna  en disciplina durante los cinco años que dure estudiando en el Colegio de Bachillerato de Chiriguaná; sólo tenía calificación de mi conducta. Una lluvia de críticas le hicieron  por ese hecho a la  Directiva del Colegio Nacional de Chiriguaná y allí mismo autorizaron mi matrícula para el curso sexto año de Bachillerato.  

Al entrar al Colegio Diego Hernández de Gallegos de Barrancabermeja- Santander-Colombia,  una de mis metas fue tener un buen desempeño como estudiante, por esas razones tomé como hábito estudiar todos los días, por eso me decía a mí mismo “clase que escuchaba, clase estudiada” y traté de destacarme académicamente en el nuevo colegio. Esto generó confianza entre mis nuevos compañero de estudios de bachillerato, hasta tal punto, que fui postulado como candidato al consejo estudiantil de base en representación del curso sexto A. La gran mayoría del curso depositó su voto de confianza por mi nombre y fui escogido como el representante del curso al consejo estudiantil.

Mis compañeros de estudios Carlos Ramírez, Pablo Calvete, Jorge Baños, Alfonso Silva, Rubén Ardila Mier y Alberto Rangel, alias monito malo fueron los que me pusieron al tanto de toda la situación estudiantil del colegio lo que me hizo tener muchas admiradoras, pero siempre las trate como compañeras debido a que mis padres siempre me recordaban “–Rogerio y José Manuel se casaron antes de terminar sus estudios universitarios sin la bendición de tu papá y la mía. Esas palabras siempre me perseguían a todas partes, así que me propuse no cometer los mismos errores de mis hermanos y deseaba ser un hijo excelente., por ello decidí no tener novias durante mi vida estudiantil.

Cuando un pensamiento conecta personalmente con nuestro sistema de valores o con nuestras experiencias personales y nos resuena personalmente, es más probable que le prestemos mayor atención y que se destaque escandalosamente en nuestra mente. Esto puede activar pensamientos críticos o sentimientos de inseguridad que pueden angustiarnos mucho creándonos la necesidad de tomar el control de la situación para calmarnos, ya sea mintiéndonos en un eterno debate o luchando para quitarlos de nuestra mente.

Muchas noches soñé que me estaba casando como lo hicieron mis hermanos y me despertaba llorando al ver que les había fallado a mis padres pero al ver que era un sueño volvía a continuar con mi promesa de casarme cuando terminara una profesión y con la bendición de mis padres.

El miedo al matrimonio, conocido como gamofobia, se caracteriza principalmente por el miedo al compromiso ya que la persona puede vivir en pareja durante muchos años pero cuando llega el momento de firmar los documentos del matrimonio, simplemente no puede mantener más dicha relación. Las fobias se caracterizan por hacer sentir al individuo un miedo irracional e incontrolable hacia alguna cosa determinada. En este caso, el objeto de mi miedo era el matrimonio sin el ritual de mis padres.    

Terminé mi bachillerato en el Colegio Diego Hernández de Gallegos de Barrancabermeja en 1976 y en 1977 ingrese a la Facultad de Derecho de la Universidad del Atlántico de Barranquilla- Colombia. La universidad es una experiencia única e inigualable. En casos como el mío, en los que los estudiantes tienen que cambiarse de ciudad para estudiar se trata de un momento en el que independizarse de su familia, alejarse de su hogar y comenzar una nueva etapa es tomada como un reto personal de crecimiento.

Existen ventajas interesantes en este periodo, los horarios de los universitarios son distintos a los del colegio; así, tendrán una gran variedad de clases disponibles que podrán ser de diferente duración. Además, la universidad brinda la oportunidad de explorar distintas pasiones e intereses, y donde comenzar con clases diferentes en las que ahondarán temas atrayentes. 

Las instituciones ofrecen a sus alumnos unas grandes ofertas de servicios y agrupaciones de las que pueden formar parte, actividades extracurriculares, clubes y asociaciones, e ¡incluso puedes formar organizaciones tú mismo! Asimismo, las asociaciones estudiantiles ofrecen fiestas, conciertos y todo tipo de eventos donde puedes conocer gente nueva de todas las edades. En la Universidad del Atlántico existían organizaciones políticas como el Moir, el Partido Comunista, la Juventud Comunista, entre otras, de los cuales existían muchos líderes estudiantiles. La gran mayoría de estudiantes universitarios  teníamos ideas izquierdistas, pero al terminar su carrera profesional algunos continuaban en esa organización de izquierda, por el contrario, otros se convertían en liberales y conservadores.

Un universitario tiene que aprender a controlar su economía para que su vida sea más sencilla. Ya sea si trabaja para mantenerse, o si recibe dinero de sus padres, la administración y responsabilidad monetaria es clave, de lo contrario sólo sumará estrés a la ya estresante vida académica.     

Terminada la programación académica de las materias del curso de segundo año de derecho, el decano de la facultad de derecho de la Universidad del Atlántico de Barranquilla establece un examen único de cada materia y fija en la cartelera de la facultad el horario de examen de las diez materias que veíamos por año.

Mi hermana Rosmira Martínez Cuello, en esa época de 1979, era docente en el corregimiento de Palomino jurisdicción municipal de Riohacha – Guajira, me visita en Barranquilla, me hace algunos regalos y me invita a Palomino cuando tenga la oportunidad, a lo cual le manifiesto que en la semana de receso puedo ir a visitarla y estando allá aprovecharía para preparar los exámenes de las materias de la carrera de Derecho.

Decido viajar a Palomino – Guajira a visitar a mi hermana Rosmira, salgo del barrio Olaya de Barranquilla en bus urbano hasta la estación de los buses de Brasilia que salía desde Barranquilla a la ciudad de Riohacha, compro el tiquete hasta Palomino y le pregunto al conductor cuántas horas  dura el viaje a Palomino y me responde que aproximadamente dos horas. El bus de Brasilia sale con destino a Riohacha con el cupo completo, voy un poco nervioso porque no conozco esa región, llegamos a Santa Marta, en el terminal de transporte unos pasajeros se bajan del bus, otros se suben y observo que alguno de ellos están usando sombreros wayuu,  anteojos negros, camisas finas, un buen reloj  y unos taparrabos, el  cual es un pedazo de tela con que se cubren los genitales los miembros de alguna tribus.

Le pregunto a mi compañero de viaje, un señor de avanzada edad, –amigo y esos señores quienes son– y el me responde –son los indígenas wayu de la Guajira–. Los taparrabos le cubrían los genitales solamente, mientras que las nalgas estaban desnudas como las frutas silvestres; tres de los indígenas wayu no consiguen sillas en el bus y su viaje lo hacen de pie y se colocan de espalda, en el lugar donde voy sentado; como a diez centímetro de mi cara observo sus nalgas desnudas, un olor romántico brota de sus nalgas, lo que me produce náuseas  o ganas de vomitar.

Llego a la casa de mi hermana Rosmira, y apenas me ven, mi cuñado Jaime Estrada, mi hermana Rosmira y mis sobrinos se alegran de verme. Comenzamos a dialogar en la sala de la casa, les digo que voy a preparar los exámenes. Tuve tiempo para compartir con la familia, disfrutar de la comida casera, pero sobretodo me concentré en estudiar para sacar unas notas sobresalientes en mis exámenes. Yo viajaba a Barranquilla a presentar el examen planeado por la facultad y regresaba donde mi hermana a preparar los demás. Para ello, mi hermana dispuso para mí una habitación para estudiar, así que todo el día y parte de la noche me la pasé estudiando y estudiando. Un día antes del examen viajaba a Barranquilla, presentaba el examen oral y al obtener mi nota aprobada regresaba a Palomino a  preparar el siguiente examen.

Cuando ya había presentado ocho de los exámenes orales en el curso segundo de derecho de la Universidad del Atlántico y regreso a Palomino, me percato de la presencia de una joven morena encantadora sentada al frente de la casa  de mi hermana, ella me mira de arriba abajo y se sonríe, yo hago lo mismo, la saludo y entro a la casa de mi hermana.

Mi hermana Rosmira me pregunta – ¿cómo te fue?– y le contesto que he pasado ocho materias, todo va excelente, me siento en tercer año de derecho.  
Mientras hablaba con mi hermana llega la joven morena que salude a mi llegada y la vi muy interesada en mí. Franco, un joven que le hacía mandados a las amas de casa de Palomino, una vez que la jovencita se marchó de la casa, me llamo aparte y me dice –Maria Hilda, está interesada en ti–,  a lo que le respondí: –no creo… ¿quién es ella?–, así que Franco responde –hace pocos días llego de Santa Marta, es familiar de la señora que vive al frente–. 

En las horas de la noche, sentada toda la familia de mi hermana en la puerta de la casa, se hacían comentarios de los hechos sucedidos en el pueblo y las noticias de los noticieros de televisión; mientras estábamos reunidos me di cuenta que la dama no me quitaba el ojo de encima.

Encerrado en la habitación continúe preparando mis exámenes día y noche, solo salía a recibir la alimentación y hacer higiene mental. Maria Hilda siempre me buscaba para dialogar, hablábamos de todo menos de enamorarnos porque no le veía sentido a eso ya que la misión que tenía era la de sacar adelante la profesión de abogado. 

Un sábado antes de viajar a Barranquilla para realizar el noveno examen en el curso segundo de Derecho de la Universidad del Atlántico, me invitan los vecinos de la cuadra, entre ellos Maria Hilda, a bañarnos en el mar y el río Palomino, voy muy entusiasmado por el paisaje natural del pueblo, a veces distraído, pero en mi ser siento la miradas de la linda samaria que me ponen nervioso.

Llegamos al lugar donde el Río Palomino entrega sus aguas dulces al mar, lo que comúnmente se denomina desembocadura, y son lugares donde ocurren cosas muy interesantes y curiosas como la que me sucedió a mí. Mientras me bañaba en la orilla del mar siento las suaves brisas marinas que provocaban olas y que a medida que las olas se acercan a la orilla avanzan más despacio debido a que hay menos profundidad, mientras que la cresta aumenta su altura. Maria Hilda se encontraba de frente de donde estaba, pero mar adentro, estábamos a una distancia de diez metros. Cuando de pronto las olas enfurecidas la levantan y la veo como una sirena encantada en el lomo de las olas que se desplaza a toda velocidad a donde me encuentro y de repente la siento entre mis brazos, me abraza y la abrazo, su boca y mi boca se unen y nace mi primer amor marino en medio de las olas del mar de Palomino - Guajira.

Se puede decir que el romance es uno de los primeros pasos hacia la conformación  de una nueva familia, una que es autónoma de aquella en la que uno nace, siendo esta un núcleo para la sociedad. Esto es así porque el romance implica el deseo de compartir la vida con aquella otra persona y tener descendencia que una aún más a la pareja. La verdad que yo todavía no estaba preparado para tener una familia porque apenas estaba cursando segundo año de derecho y tener una familia implica tener trabajo y tener lo suficiente para su mantenimiento, además de eso, necesitaba el ritual prematrimonial de mis padres para el fortalecimiento de la familia.

Maria Hilda me dice que su madre se encuentra en Philadelphia - Estados Unidos de América, que se encuentra viviendo donde su abuela Estela Escobar en Santa Marta; solamente escucho su comentario y muy tímido solamente manifiesto una y otra vez –así es–.

Pocos días después, una fuerte lluvia cae sobre Palomino en la hora de la tarde, estoy estudiando en la habitación cuando de pronto siento una algarabía de risas y voces que tocan la puerta de la habitación donde estoy estudiando  y la abro. Veo a Maria Hilda toda bañaba con el agua lluvia quien me toma de la mano y me invita a salir a caminar bajo la lluvia, voy sorprendido y apenado al ver la travesura de la linda samaria. Vamos caminando por las calles, sonriendo me abraza, me besa, recuerdo el amor apasionado de Maria Hilda, la miel de sus labios, corríamos como dos chiquillos traviesos descalzos por las calles, ambos mojados y abrazados. Sentía el aroma de su piel, hoy recuerdo vívidamente las caricias de Maria Hilda y el golpeteo de la lluvia sobre nosotros; los lugareños de Palomino observaban por las ventanas y las puertas de las casas el romance bajo la lluvia de dos almas enamoradas.

Viajamos en bus de Palomino Guajira, ella para Santa Marta y yo con destino a Barranquilla. Más allá del primer beso, nuestro primer amor nos abre un mundo de posibilidades y nos ayuda a descubrir aspectos en la vida que nos acompañarán para siempre.

Si bien hay un montón de cosas nuevas para experimentar en la vida, hay momentos que se vuelven tan memorables que sencillamente no podemos olvidarlos. Esto es algo que pasa cuando hablamos de nuestro primer amor. Aunque el amor siempre es algo especial, cuando se trata del primer noviazgo se vuelve una experiencia única que es imposible olvidar. Para bien o para mal, esta relación despertó en mí un sentimiento nuevo.

Un año después de nuestro noviazgo recibo una llamada en el pensionado, Maria Hilda me ha llamado para decirme que su madre llegó de los Estados Unidos de América, que desea conocerme y dialogar conmigo. Le contesto que el próximo sábado viajaría a Santa Marta porque en el momento no tenía dinero y estaba esperando que me giren dinero para pagar la pensión y con lo que me sobrara viajar a Santa Marta. Como a los quince minutos suena nuevamente el teléfono, respondo –buenas tardes–, es Maria Hilda que me informa que al día siguiente viaja con su madre a Barranquilla y que nos encontraríamos a medio día en el pensionado.

Es así que al día siguiente, se detiene un taxi al frente de la casa donde está el pensionado, estoy pendiente de quién se baja del vehículo. Cuando veo que es Maria Hilda y su madre salgo a saludarla, le doy un beso a mi novia y saludo a la señora que viene con ella, quien se identifica como la madre de Maria Hilda, las invito a que entren a la casa y toman asiento. Una vez sentados los tres, la señora Juana, una mujer muy elegante  quien estaba mejor presentada que mi novia, toma la palabra y comienza a decirme: –Honorio, Maria Hilda me dice que tienen más de un año de amores, he venido desde los Estados Unidos de América a conversar con usted, saber las intenciones que tiene con mi hija y planear el matrimonio, para luego llevármelos a ambos conmigo a Philadelphia. Allá tengo mi casa, le conseguimos un buen trabajo y organizan su hogar–.

Un frio recorre mi cuerpo en ese instante, la imagen de mis viejos aparece en mi mente como una película familiar, me levanto de la silla donde estaba sentado, voy a la nevera del pensionado y tomo un vaso de agua, me lo bebo  y regreso nuevamente a donde estaba sentado. La señora Juana espera impaciente mi respuesta. Después de pensármelo unos minutos le contesto: –Señora Juana, yo quiero mucho a su hija, ella me ha demostrado ser una buena mujer, pero yo no puedo casarme sin terminar mis estudios porque estoy defraudando la confianza que mis padres depositaron en mí. Señora, así no quiero casarme yo, me gustaría que estuvieran presente mis padres y mis hermanos. Y yo sé que ellos no van a permitir que me case sin terminar mis estudios–. La señora Juana arrugó la cara, se levanta de la silla donde estaba sentada y me dice con un tono enojado en la voz –Honorio­–, hizo una pausa –buena suerte, nos vamos–. Maria Hilda se levantó de la silla donde estaba sentada y se marchó detrás de su madre y nunca más la volví a ver.

De mi primer amor quedo el canto vallenato grabado en mi segundo larga duración:

“LINDA SAMARIA”

Hoy Nuevamente Vuelvo A Cantar,
Con Todo El Alma Y El Corazón,
A Una Morena En La Orilla El Mar,
Conocí Cuando Fui A Su Región,
Emergió Como Flor En El Alma,
Que En Primavera Veo Florecer,
Una Voz En Mi Conciencia Clama,
Vuelve A Su Lado Que Es Tú Querer,
Y En Santa Marta En Sus Playas,
Lluvias De Versos Linda Mujer

El día lunes 7 de diciembre de 1981, a las nueve de la mañana presente mi último examen en la Facultad de Derecho de la Universidad del Atlántico de Barranquilla, adquiriendo automáticamente mi calidad de egresado. Egresado es el estudiante universitario que ha concluido sus estudios académicos y comienza hacer sus trámites legales para obtener un título o graduación académica. En esa época el gobierno nacional exigía al egresado de derecho presentar los preparatorios, su año de judicatura y tesis de grado.

En mi caso, me dedique a buscar para hacer mi año de judicatura y llegue a Chiriguaná mi tierra, para que los políticos de turno me ayudaran. Visité a mi gran amigo Marcelino Madrid León, quien le comentó al señor alcalde de la época de Chiriguaná, doctor Enrique García Aguilar y este solicitó mi presencia en su despacho y delante del suscrito hizo el decreto nombrándome de Inspector Central de Policía. En el cargo duré tres meses y nueve días porque el Alcalde Enrique García Aguilar fue declarado insubsistente y lo reemplazó en el cargo el señor Miguel Jerónimo Mejía Padilla, quien a pesar de ser conservador como yo me declaró insubsistente.

Así es la política, traicionera y profunda como el mar; pero es la política. Poco tiempo después Miguel Jerónimo Mejía Padilla fue declarado insubsistente y se nombró como alcalde del Municipio de Chiriguaná al señor Rubén Carranza Mejía, quien me nombró en el mismo cargo de Inspector Central de Policía hasta que cumplí los doce meses que exigía la norma legal. Renuncié cumplido este tiempo para ir personalmente a Barranquilla a hacer los trámites legales en la Facultad de Derecho con el fin de presentar la tesis de grado y optar el título de abogado el cual logre el día 25 de mayo de 1984.

Cuando me encontraba haciendo mi año de judicatura conocí a la joven chiriguanera Lenys Beatriz Pérez Díaz, una morena linda con un andar elegante que vivía donde el señor Rafael Orta Nieto y la señora Maria Pérez de Orta. Nos hicimos amigos y para poder ir a visitarla, Lenys me pidió el favor de pedirle al señor Rafael permiso para visitarla debido a que éramos amigos. Me pareció una petición razonable, por ello una noche de luna llena chiriguanera, me dirigí a la casa del señor Rafael Orta y la señora Maria Pérez para pedir el permiso para visitar a su sobrina, quienes querían como una hija, el señor Rafael accedió a la petición de visita y así cada noche me iba bien vestido a visitar a Lenys Beatriz.

Cada noche sentía una sensación de anticipación y emoción cuando me dirigía a la casa del señor Rafael a visitar a la joven morena que poco a poco fue robándome el aliento y ocupó todos mis pensamientos. Nos fuimos enamorando poco a poco con cada palabra, cada mirada, se fue tejiendo la magia entre nosotros. Cuando le pedí que fuera mi novia y ella aceptó, me dijo que debía contarle al señor Rafael que ya éramos novios y a pesar de que en el fondo sentía miedo de hacerlo, lo hice por amor.

Cuenta el señor Rafael Pérez, el padre del gran cantante chiriguanero Rafa Pérez, muy amigo de Rafael Orta, que en una oportunidad que yo estaba hablando con Lenys en la puerta de la casa, él le dijo –Rafa y ese filipichín perfumado, coca colo, melenudo y camisa manga larga que visita a Lenys, ¿ese tipo qué?–. El, Rafael Orta respondió: –está enamorado, está enamorado, está enamorado, por lo pronto–. Rafael Pérez suelta una carcajada y le dice a Rafael Orta pensándolo un momento: –Rafa, es un buen partido para Lenys–, a lo que Rafael contesta –usted lo ha dicho, usted lo ha dicho–.   
Mis amigos Teofanes Taffur Machado, Fidel Morales Angulo y Marcelino Madrid León me piden el favor de aspirar al concejo de Chiriguaná en 1984, el cual acepté por el trabajo social que había hecho al frente de la Inspección Central de Policía. Acepté el reto porque desde pequeño en la Plaza de la Mercedes he tenido vocación de servicio en favor de la comunidad.           

Mi padre Pedro Martínez y mi madre Maria del Transito Cuello, fueron pequeños comerciantes y me enseñaron que primero era el beneficio a la comunidad. El Concejo Municipal es el sitio perfecto para ayudar a la comunidad. Desde niño sabía que iba a trabajar en la política para servir a mi comunidad.

Mi suplente fue escogido en una asamblea amplia que se llevó acabo en el corregimiento de la Aurora donde fue escogido el señor Armando Rafael Ochoa Ochoa y unas de sus peticiones era que la Aurora no tenía mesa de votación. Desde hacía muchos años los lugareños eran llevados a Chiriguaná en diferentes vehículos, como cerdos, a depositar su voto de confianza allá y después que votaban eran abandonados, algunos se regresaban caminando y otros de chance en vehículos que hacían viaje a la Aurora.

Durante mi campaña manifiesto públicamente la gestión de la obtención de las mesas de votación para la población de la Aurora y no solamente eso, sino también actuar contra la falta de cultura ciudadana, la indiferencia de la comunidad ante los problemas del Municipio de Chiriguaná, de la falta de participación ciudadana, de un Concejo pasivo, de una ciudadanía pasiva y de ver a mi pueblo derrumbarse. 

Llega el  domingo día de las elecciones, me siento desorientado porque era la primera vez que participaba en una elección de Concejo Municipal, a pesar de haber sido elegido Secretario de la Junta Central de Acción Comunal de Chiriguaná. El ejercicio era llevar a las personas a votar, pero como el voto es secreto yo no sabía si votaban por mi o por otro candidato, hasta que cerraron las urnas a las cuatro de la tarde. Se procedió al conteo de votos, yo estaba cansado y me fui a mi casa; me acosté en una hamaca y me quede dormido.

Como a las once de la noche llegaron varias personas a mi casa, todos estábamos dormidos. Entre las personas que llegaron se encontraban Teofanes Taffur Machado, Fidel Morales Angulo y Marcelino Madrid León con una algarabía diciendo –HONORIO CONCEJAL… HONORIO CONCEJAL… HONORIO CONCEJAL–. Mis padres se despertaron y le abrieron la puerta de la casa a los inesperados visitantes. En cuanto vieron la puerta abierta se lanzaron con euforia a felicitar a mi padre y a mi madre e instaron a que le dijeran donde me encontraba yo diciendo: –¿dónde está el doctor Honorio?–, a lo que mi madre incrédula y emocionada les responde: –Toño está dormido. Ya se lo llamo para que hablen con él y lo feliciten inmediatamente–.

En cuanto me acerco con aire adormilado a la puerta de la casa donde se encuentra una pequeña multitud, escucho gritos eufóricos –HONORIO CONCEJAL… HONORIO CONCEJAL…HONORIO CONCEJAL– y se me lanzan a darme abrazos y felicitaciones por la victoria. Inmediatamente se corrió la voz y todos los vecinos llegaron a una parranda improvisada que terminó a las seis de la mañana.

Los delegados del Registrador Nacional del Estado Civil de Valledupar me entregan la credencial que me acredita como Concejal de Chiriguaná para el periodo constitucional 1984-1986 en representación del partido Conservador, en cabeza del Movimiento Alvarista que orientaba para la época en el Departamento del Cesar el Representante a la Cámara doctor Jaime Murgas Arzuaga.

Al año y medio de estar ejerciendo mis funciones de Concejal, el doctor Jaime Murgas Arzuaga solicitó mi hoja de vida y me hizo nombrar Auditor Regional ante Telecom en la ciudad de Valledupar, cargo de la Contraloría General de la Republica, cargo en que me desempeñe por un periodo de tres años y medio.

Mi novia Lenys Beatriz también viajó a Valledupar a cursar sus estudios superiores en Licenciatura en Educación Básica Primaria en la Universidad San Buenaventura- Sede Valledupar- Cesar.

Pasados cinco  años de noviazgo, decidimos contraer matrimonio en diciembre de 1988 por el rito católico en la Parroquia de las Tres Avemaría de la Orden Franciscana, debido a que en mis años universitarios me inicié como tercero seglar de la comunidad de San Francisco de Asís de Barranquilla. Le dije a  Lenys que viajaría a Chiriguaná a comunicarles a mis padres nuestra decisión y ella me dice que debía pedirle la mano al señor Rafael Orta Nieto y a la señora Maria Pérez de Orta para que pudieran casarse, lo cual hice un poco menos nervioso porque había tenido que pedirle permiso antes para visitarla y para decirle que eramos novios con anterioridad. El día que decido ir a pedir la mano, me voy bien vestido y perfumado y la mayor formalidad que los nervios me dejaron mostrar le dije que había ido a pedirle la mano de mi amada Lenys Beatriz para compartir mi vida con ella y conformar una hermosa familia. El señor Rafael ya esperaba que en cualquier momento ocurriría ese momento y con gran entusiasmo en su voz me manifestó que contáramos con su apoyo, el de Maria y el  de sus hijos.

Al llegar a la Plaza de las Mercedes de Chiriguaná, voy de casa en casa saludando a mis paisanos a quienes quiero con toda mi alma y les cuento las buenas nuevas, que me voy a casar y ellos me desean muy buena suerte y felicidad en este nuevo paso en mi vida. Llego a mi casa, encuentro a mis padres sentados en la sala del Granero y los abrazo. Mi madre me brinda de comer y nos sentamos a dialogar, les manifiesto a mis padres que ya tengo treinta tres años, que tengo cinco años de amores con Lenys Beatriz y que hemos decidido casarnos el diez de diciembre de este año en Valledupar, por ello les pedía muy cariñosamente que me hicieran el RITUAL FAMILIAR PREMATRIMONIAL.

Mi padre y mi madre se levantan de la silla donde están sentados y se dirigen al dormitorio, mi padre le dice a mi madre –Tránsito tráeme tres velas encendidas–, una vez me encuentro en el dormitorio, mi padre me ordena que me arrodille y cierre los ojos, acato la orden que me dio y siento movimientos a mi alrededor, luego me doy cuenta que es que mi madre ha puesto las velas encendidas a mi alrededor.

La luz de una vela tiene un significado profundo. Varias personas acuden a ella en busca de respuestas, para hacer peticiones, para encontrarse consigo mismos mientras meditan o permanecen en silencio, para relajarse o incluso para compartir un momento intimo con otra persona. Comienza el ritual, mi padre me hace oraciones en la cabeza, oraciones que jamás en mi vida  había escuchado y a la vez hace peticiones para que me vaya bien en el matrimonio. Al terminar mi padre con las peticiones se hace a un lado y le da espacio para que mi madre repita lo realizado por mi padre.

El ritual dura aproximadamente cuarenta y cinco minutos, yo me siento extraño, un poco adormecido, mi padre me ordena que abra los ojos y me levante. Atiendo la orden impartida y observo las velas aún encendidas a mí alrededor en forma de triángulo, mi padre me abraza y me da un beso en la mejilla y dice –HIJO NO LE TENGA MIEDO AL MIEDO QUE USTED ES HIJO DE UN HOMBRE–. Mi madre, por su parte, me abraza por detrás mientras mi papá me tiene todavía en sus brazos, me aprietan, siento el calor y el amor que emana de sus cuerpos al encontrarme en medio de ellos.

Mi padre vuelve a decir –HA SIDO EL UNICO DE MIS HIJOS VARONES QUE HA PEDIDO QUE SE LE HAGA EL RITUAL FAMILIAR, EL MISMO QUE ME HIZO MI MADRE CUANDO ME CASE CON TRANSITO EN LA JAGUA DE IBIRICO. TU MADRE TE ACOMPAÑARÁ EL DIA DEL MATRIMONIO YO NO PUEDO IR PORQUE CUIDARE DE LA CASA–.

Llegó el día, 10 de diciembre de 1988 a las seis de la tarde, contraje matrimonio católico con Lenys Beatriz y de cuya unión nacieron Margarita Rosa; Lenys Maria; Paola Andrea y German Andrés Martínez Pérez.

ES MI PALABRA. M.´.  


 Fin.


También puedes escuchar mi música ingresando al siguiente link https://open.spotify.com/album/2JXHP6WCIM9aFqgYJO6nd9 .  Espero que la disfrutes.



       

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